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Cómo pasar de la teoría a la práctica

 

Cómo pasar de la Teoría a la Práctica.

 

Una de las frases que escucho más habitualmente es: “si, la teoría es muy fácil, lo difícil es la práctica”. Si alguna vez te has escuchado decir esta frase, en este vídeo voy a compartir contigo qué es lo que puedes hacer para asegurarte de que pasas de la teoría a la práctica. Si la teoría es fácil, la práctica no debería ser más difícil, lo que ocurre es que nos la complicamos.

Espero que este vídeo te apoye en el paso de la teoría a la práctica!!

 

 

RESUMEN:

Seguro que estás alineada conmigo en que:

  1. si no cambias tu comportamiento o lo que haces, el resultado de tu día será el mismo. Para que haya un cambio tienes que pasar a la acción, una acción distinta a la que venías haciendo hasta ahora.
  2. saber lo que tienes que hacer y hacerlo son dos cosas muy distintas. Tenemos que tener presente que el QUE HACE ne es el mismo que el QUE PLANEA o el QUE SABE. El QUE HACE tiene que aprender a hacerlo y necesita ayuda para ello.

 

A continuación te describo 3 formas para ayudar a esa parte de ti que tiene que aprender a hacer algo nuevo:

 

1.- Elegir comprometerte con un beneficio a largo plazo.

 

El error que cometemos normalmente es comprometernos con la acción, con el hacer en vez de con lo que queremos conseguir. Y el problema de hacer esto, es que la acción puede ser que cambie en el camino hacia nuestro objetivo, mientras que el beneficio que conseguiremos NO!

Las acciones que puedo realizar para conseguir ser una persona más alegre puedes ser muy diferentes y variadas, mientras que el beneficio es siempre el mismo: ser más alegre!. O puedo querer conseguir el beneficio de ser una persona más confiada en mí misma, pudiendo para ello realizar distintas acciones dirigidas a conseguir el mismo objetivo.

Una vez que establecemos el beneficio a largo plazo y nos comprometemos con él, entonces pasamos a la acción, y al plantearla debes preguntarte: “¿me está acercando a lo que yo quiero?

Frases como: estaría bien, debería,…, tendría que hacer más ejercicio/llamar a más clientes/aprender cómo funcionan las redes sociales,…, te dicen que todavía no has elegido un beneficio a largo plazo y que estás centrada en la acción.

Abre la vista y pregúntate: “esto que estoy haciendo, ¿qué va a aportar a mi vida?”, “¿Cómo me siento conmigo misma?”, “¿Cómo va a afectar esto a las personas a mi alrededor?”

 

2.- Paciencia y Perseverancia

 

Recuerda: la parte de nosotros QUE HACE tiene que aprender. Eso implica que nos volvemos de nuevo aprendices, principiantes, y eso nos incomoda.

Sin embargo, si queremos hacer algo diferente a como lo veníamos haciendo hasta ahora, no nos queda otra opción que convertirnos en principiantes durante un rato.

El aprendizaje es un proceso que lleva su tiempo, no es algo que se da de forma instantánea. Por eso es muy importante que activas la paciencia contigo misma.

También es necesario que no abandones si no sale bien a la primera. Recuerda el beneficio que va a traer a tu vida y persevera.

Imagina que la primera vez que te caíste al querer andar hubieras dicho, “¡ésto no es lo mío!, la teoría está muy bien pero la práctica es muy difícil”. Si todos hubiésemos hecho lo mismo, ahora muy pocos seres humanos andarían!!

No juzgues el proceso… simplemente sé paciente y continúa!!

 

3.- Crea un condicionamiento que te apoye.

 

La mayoría de las veces el obstáculo responsable de que no pases a la acción no es no saber qué hacer o cómo hacerlo, sino un miedo, o lo que en psicología cognitiva denominan un condicionamiento de tu mente que te impide hacer lo que te propones, o avanzar en la dirección que deseas.

Por regla general si encuentras resistencia a hacer algo, o día tras día ves que lo retrasas y lo vas pasando para otro día, mes o año, lo más probable es que haya uno de estos condicionamientos en funcionamiento.

De ahí que la clave está en crear condicionamientos positivos que ayuden al QUE HACE.

 

Para ello te propongo dos formas que considero eficaces y simples de poner en práctica:

1- Con desencadenantes o estímulos

En una reacción química los ingredientes están ahí, pero se necesita un desencadenante para iniciar la reacción.

El estímulo o desencadenante de sucesos lo definimos de la siguiente manera: cuando esto ocurre – lo siguiente ocurre. Tú defines qué cual es el estímulo y qué acción viene tras él.

Por ejemplo: cuando el despertador suena (estímulo) yo me levanto (acción posible 1) o bien me doy la vuelta y sigo 10 minutos más en la cama (acción posible 2).

2- Creando una historia

La neurociencia ha descubierto que nuestro cerebro necesita una continuidad y congruencia entre los datos o información que recibe y almacena, y lo que hace para conseguirlo es rellenar los huecos creando una historia.

El condicionamiento negativo que nos impide pasar a la acción no es más que una historia que ha creado nuestro cerebro. Crea una nueva historia que sí apoye el avance hacia tu beneficio.

Los 3 ingredientes que deberá tener tu historia para que ésta se convierta en un condicionamiento positivo son:

  • El final: lo consigues
  • Las emociones: la historia, cuando te la cuentas, te tiene que emocionar.
  • El protagonista: has de ser TÚ!!

 

ADELANTE!! PASA DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA!!

Si quieres aprender a crear un condicionamiento positivo que te apoye a la hora de avanzar hacia tu sueño, objetivo o proyecto, no te pierdas este curso intensivo: L.I.B.R.E.

Si el contenido de este vídeo te ha parecido interesante no dudes en compartirlo, para que así otras personas puedan descubrir qué les impide disfrutar del momento presente y puedan comenzar a hacerlo desde hoy mismo!!

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